Un crimen que sacudió a La Vega
La mañana del viernes se volvió un caos en el residencial Omelia II, en La Vega. Allí, frente a su casa, fue acribillado a tiros el empresario Amín Peña mientras estaba dentro de su vehículo. Fue un ataque rápido, directo, sin dar chance a nada. No fue un robo. No fue una discusión. Fue una ejecución.
Varios hombres armados, que se desplazaban en una yipeta Honda CR-V blanca, lo interceptaron justo al llegar a su casa. Sacaron armas largas —sí, fusiles— y abrieron fuego sin pensarlo dos veces. Peña estaba en su camioneta Chevrolet blanca, que terminó perforada por decenas de disparos.
¿Y la Policía?
Hasta ahora, lo que se sabe es poco. La Policía Nacional, a través de su vocera en La Vega, Lucía Maritammia Cruz Polanco, dijo brevemente que “la investigación está en curso”, pero no hay nuevos datos, ni sospechosos, ni pistas públicas.
Lo que sí confirmaron es que la Policía Científica recogió casquillos de fusil en la escena y que están revisando cámaras de seguridad cercanas. También están hablando con vecinos y posibles testigos, pero por ahora todo está en modo hermético.
La yipeta de los atacantes apareció quemada
Pocos minutos después del crimen, las autoridades encontraron una yipeta calcinada en una zona boscosa cerca del kilómetro 5 de la autopista Duarte. Todo apunta a que es el mismo vehículo usado en el ataque. ¿Coincidencia? No parece.
Quemar el carro fue una movida clara: quienes hicieron esto sabían lo que estaban haciendo. Es un patrón que se ha visto en otros casos organizados, donde los agresores se deshacen del vehículo para borrar rastros.
Una comunidad en shock
La noticia corrió como pólvora. La Vega está de luto y con el pecho apretado. Nadie esperaba algo así, mucho menos en una zona residencial tranquila. Los vecinos aún no salen del asombro. ¿Por qué él? ¿Qué pasó? ¿Quién lo mandó?
Peña era conocido en el área, un empresario con años en la comunidad. La forma en que fue asesinado ha dejado a mucha gente pensando que esto va más allá de un simple ajuste personal. Fue algo planeado, con logística y con gente que no improvisa.
¿Y ahora qué?
A día de hoy, no hay arrestos. No hay nombres. No hay respuestas. Solo silencio y mucha incertidumbre. La familia, los amigos y la comunidad están esperando que se aclare todo. Pero mientras no se diga nada, el miedo va ganando terreno.
Hay quienes creen que se está ocultando información. Otros piensan que están esperando “que se enfríe el asunto”. Pero lo cierto es que un hombre fue asesinado con fusil, a plena luz del día, y nadie ha sido detenido.
La muerte de Amín Peña no puede quedar como otro caso archivado. Este no fue un hecho cualquiera. Fue un crimen organizado, ejecutado con sangre fría. Y si no se resuelve, manda un mensaje peligroso: que en este país cualquiera puede morir y nadie responde.
La justicia tiene que hablar. Porque hoy fue Amín, pero mañana puede ser otro. Y mientras tanto, La Vega no duerme tranquila.